Cruce De Caminos
“No deberia haberme ido nunca de España -me comentaba un colega que se fue a estudiar a Alemania-, aquí está la mejor escuela de metales de Europa”. Mi respuesta fue clara: “Necesitabas irte fuera para darte cuenta de eso”.
A veces nos sucede que buscamos lejos una respuesta que tenemos delante de nuestras narices pero que, por la razón que sea, somos incapaces de ver. No por ello el camino que hemos recorrido ha sido menos válido, simplemente era más largo.
Casi siempre el motivo por el que decidimos emprender la ruta más complicada se basa una creencia personal: Creemos que debemos hacer las cosas de una manera determinada por una cuestión de sensaciones, aún pudiendo elegir entre otras opciones.
No voy a entretenerme mucho en el por qué elegimos una cosa y no la de al lado (¿el refresco de cola de la lata roja o el de la lata azul?). Los factores son múltiples y diversos, pero siempre está presente nuestra afinidad personal con ciertos valores (culturales, ideológicos, morales…) que vemos reflejados en ella.
Suele suceder entonces que estamos tan seguros de que nuestra decisión es la correcta que ni nos planteamos la posibilidad de estar equivocados, así que no nos los pensamos mucho antes de dar el paso, y si lo pensamos es para buscar argumentos para autoconvencernos de que estamos haciendo lo correcto.
Otras veces nos puede la presión social. Es demasiado frecuente aquello de que “lo de fuera es mejor” o “lo fácil no es tan bueno/válido como lo difícil”. Nada mas lejos de la realidad, infravalorar lo cercano o lo sencillo por el mero hecho de serlo tiene tan poco sentido como ensalzar algo por su complejidad o lejanía, como si el refresco que comentábamos antes fuera mejor porque la lata es roja o azul sin haber probado el contenido.
Una vez tomada la decisión no hay vuelta atrás. Podremos rectificar nuestra ruta para cambiar de camino, pero nunca volveremos a la casilla de salida, es la ley del tiempo que no vuelve. Igual que es ley que nos equivocamos muchas veces a lo largo de nuestra vida.
Cuando eso ocurre, debemos estar atentos y aprender de nuestros errores. ¿Cómo? Comparando qué esperábamos y qué hemos encontrado o analizando por qué decidimos tomar un camino y por qué hemos decidido abandonarlo.
Pero no solo eso, también es importante quedarse con las cosas positivas que nos ha dejado, aunque solamente sea el paisaje del viaje.