Hagamos Música
Los artistas en general y los músicos en particular somos peculiares: Toda nuestra actividad gira en torno al hecho de hacer Arte, algo que en un mundo tan obsesionado con que todo lo que hacemos sea útil resulta superfluo, absurdo e irracional; incluso habrá quien dirá que es -directamente- una pérdida de tiempo.
¿Para qué sirve el Arte, entonces? ¿Qué función cumplimos los artistas en la sociedad? Estas y otras muchas preguntas similares nos golpean (o deberían golpearnos) al plantearnos cuál es la finalidad de nuestra actividad artística, especialmente si hemos hecho de ella nuestra profesión. A este respecto debo recomendar encarecidamente La utilidad de lo inútil, un breve ensayo que pone de manifiesto la agresividad de nuestra cultura hacia todo aquello que no sea productivo. Abro fuerte, lo admito, pero la propia inercia de nuestro entorno nos empuja a una rutina en la que obviamos la finalidad de lo que hacemos, y cuando eso ocurre podemos llegar a la paradoja de convertirnos en autómatas, máquinas que hacen las cosas sin pensar para qué las hacen.
La técnica: un medio, no un fin
Tal vez la música sea el arte en el que la capacidad técnica (o la falta de ella) sea más evidente y menos excusable, especialmente cuando tocamos en conjunto, algo que ocurre con bastante frecuencia. Por este motivo, cualquier buen músico que se tenga por ello o quiera llegar a serlo intentará mejorar sus habilidades técnicas, primero recibiendo consejos y/o sugerencias de profesores y posteriormente bajo su propio criterio.
La técnica instrumental es, como la mayoría de habilidades manuales, una actividad ilimitadamente perfectible, es decir, que siempre podremos tocar mejor de lo que estamos tocando ahora. Esta característica hace que los músicos seamos perfeccionistas por naturaleza. Y críticos, ya que sin sentido crítico sería imposible identificar los aspectos técnicos que necesitamos mejorar. Por estos motivos, la necesidad de perfeccionarnos técnicamente suele centrar -incluso monopolizar- nuestra atención cuando nos ponemos a estudiar con nuestro instrumento. A menudo la meta de nuestras sesiones de estudio es llegar a tocar más notas, más rápido, con mejor sonido y con más facilidad.
La búsqueda de la perfección técnica es un objetivo necesario y loable. Cuanto más depurada sea nuestra técnica menos tendremos que preocuparnos de ella, tocaremos con mayor seguridad y confianza en nosotros mismos, podremos acometer obras más exigentes (que no por ello más difíciles) y nos podremos permitir el lujo de utilizar nuestra energía a otras cosas cuando tocamos.
¿Otras cosas? ¿Qué otras cosas? Música
La Música, en mayúsculas, va mucho más allá de una técnica depurada. Vuelvo al principio: la música es un arte, uno de esos medios creativos que tenemos los seres humanos para transmitir todo aquello que sentimos, que nos ocupa y nos preocupa. Nosotros, músicos, tenemos la oportunidad de expresarnos a través de ella, haciendo que quien nos está escuchando sienta lo mismo que nosotros. Y todos y cada uno de nosotros estamos capacitados para ello, tenemos en nosotros mismos los recursos necesarios
Lo que diferencia a un gran músico del que no lo es no es tanto la técnica como la capacidad de «hacer música», de transmitir algo con su interpretación; muchos grandes cantantes fuera del ámbito clásico carecen de técnica y sin embargo son muy capaces de emocionarnos. Cuando ese algo está se nota, el espectador puede sentirlo, la música los intérpretes y el público se funden en una «piel de gallina colectiva» y el ambiente se vuelve tan denso que casi se puede palpar; se produce algo ancestral, casi mágico. Esa sensación la he sentido muchas veces personalmente, tanto como espectador como desde el escenario. Eso, para mí, es hacer Música.
¿A qué te refieres con lo de «ámbito clàsico? creo que te confundes con «académico», ya que otros tipos de música no son de ámbito clásico pero sí de tradición académica.
De todos modos es un post muy bueno, enhorabuena por el trabajo realizado en este blog.
F.
Hola F,
Siempre es muy controvertido colocar etiquetas, y en el mundo de la música, con influencias constantes a lo largo y ancho del espacio y el tiempo, más. Efectivamente, con la etiqueta «clásico» me refiero a lo mismo que tú con «académico» y otras personas con «música culta», todas ellas clasificaciones ambiguas e imperfectas…
Agradecido por tu comentario.
Eduard