La finalidad de este blog es básicamente didáctica, pero el propósito no es en absoluto sentar cátedra o aleccionar. Más bien al contrario: mi aspiración no es otra que no dejar nunca de aprender -de todo y de todos-, y el hecho de preparar los artículos me obliga a investigar, y de ello aprendo. Precisamente, gran parte de los artículos de este blog están inspirados directamente en mis alumnos y sus clases -pasadas, presentes y futuras-. Gracias a ellos puedo profundizar en todos los aspectos relacionados con la técnica instrumental y la interpretación musical.
Muchos de los artículos son traducciones de bibliografía sobre la tuba editada en otros idiomas (básicamente inglés). Los tubistas de habla hispana tenemos un tremendo problema en lo que respecta a fuentes de consulta, pues éstas son prácticamente inexistentes. Mi reflexión al respecto fue muy simple: necesitamos bibliografía; así que antes de escribir artículos, libros o enciclopedias sobre la tuba merece la pena facilitar el acceso a la que ya existe. Y en ello estamos.
Las reflexiones plasmadas aquí me las haría igualmente, y el hecho de escribirlas me da la oportunidad de ahondar en ellas y desarrollarlas, cosa que si sólo las pensara no podría hacer.
Por otro lado, hace algún tiempo que en mis sesiones de estudio, cuando tengo que enfrentarme a un problema concreto, en muchas ocasiones encuentro una solución fuera del ámbito estrictamente musical o de la técnica propiamente tubística. También me ocurre con frecuencia lo contrario: que una situación cotidiana encuentra solución – o simplemente paralelismos – con otra propia del «mundo musical», si es que tal existe.
Reflexionando en todo ello llego a la conclusión de que en el fondo tocar un instrumento, o interpretar -en el sentido más amplio de la palabra- música no es muy distinto de cualquier otra actividad diaria, y que todas ellas nos influyen e interactúan más allá de su función principal. Es lo que ocurre con el fenómeno físico de los vasos comunicantes.
Algún bienintencionado puede sugerirme que no pierda el tiempo en tonterías y lo dedique a hacer notas largas, que es lo que hay que hacer para tocar bien un instrumento, sobretodo de viento.
Discrepo: para bien o para mal tengo la mala, fea y socialmente reprobable costumbre de preguntarme «¿Por qué?» y «¿Para qué?» de todo cuanto veo, oigo, digo, huelo, saboreo, toco o hago. Ergo, si no sé por qué o para qué tengo que hacer notas largas mucho menos sabré cómo hacerlas para conseguir algo con ellas.
Además de malas costumbres también tengo vicios: gusto de buscar una segunda – o hasta tercera – interpretación a las cosas, ir más allá de lo evidente (¿Pajas mentales? ¡Sin duda!) porque considero que todo encierra una lección si somos capaces de saberla ver.
Finalmente, teniendo en cuenta que «lo que haces te hace» he pensado que al compartirlas tal vez puedan ayudar a otras personas a hacer las suyas propias, o al menos disfrutar de este juego de especulación.
¡¡¡Espero que te guste!!!