12
Oct
2015
3

Tuba Jaialdia VI

Txuleta. Tuba. Musika. Trikitixa. Sociedades culinarias. Grandes personas. Kepa Junkera. Hamaiketako. Noches fugaces. Dormir poco. (San) Agustín (Jiménez). Comer mucho. Poner voz, altura y gestos a perfiles virtuales. Retratos a la cera. Comer muy bien. Afonía. Fraternidad tubística, de la de verdad. Talleres con público. Egun off. Eskerrik asko.

En estas pocas palabras podría resumirse el Tuba Jaialdia VI, en el que tuve el enorme placer de participar los días 9, 10 y 11 de octubre en Azpeitia. Debo reconocer que ya en ediciones anteriores me había quedado con las ganas de participar, y precisamente por ello le di prioridad en mi calendario tan pronto supe las fechas, siendo que -como efectivamente ocurrió- es un evento proclive a coincidir con otras propuestas. Así pues, el viernes 9 puse rumbo a Azpeitia con el compromiso de ofrecer un taller de improvisación abierto a todos los participantes.

Viajar al norte siempre es agradable. Ya los paisajes -verdes y húmedos; bosque, río, piedra- dejan claro que hay algo ancestral y auténtico en aquellos valles, y ciertamente, el concierto de Kepa Junkera que inauguró el festival lo confirmó. Pocas veces he disfrutado tanto como músico desde el lado bajo del escenario; música ciertamente de raíz -txalaparta aparte-, capaz de mover emociones que se me antojan primitivas y genuinas.

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Fotos de Alaitz Ruiz

El sábado comenzó con sendos talleres de Daniel Ferriz y Pablo Fernández (artista Miraphone) con los tubas en distintos niveles y Ximo Díaz con los bombardinos. Talleres centrados sobre todo en aspectos técnicos y elementos «formales» de nuestros instrumentos, pero también en la interpretación y en hacer música.

Uno de los grandes descubrimientos ha sido el Hamaiketako algo así como un almuerzo a las once, con caldo y carne, para entrar bien en calor, y tras el cual llegó el taller de improvisación, que basé en tres premisas: «hay música más allá de las notas», «el instrumento es tu amigo, juega con él» y «disfruta haciendo música». El resultado fue un rato de diversión para algunos y desconcierto para otros, tanto entre los participantes como del público asistente. A continuación, los más pequeños en todas las especialidades de metal demostraron junto a sus profesores lo que habían aprendido a lo largo de la mañana. Y llegó el primer ágape.

A primera hora de la tarde David Muñoz ofreció su conferencia «10 rutinas básicas para los músico de viento metal«. Posteriormente hubo una breve presentación de la tuba y el bombardino de plástico para curiosidad y disfrute de todos. Para redondear la tarde, la banda de música de Azpeitia, dirigida por Unai Frantzesena, nos hizo disfrutar de algunos clásicos del género, entre los que cabe destacar las obras para banda y solistas incluyendo trompeta, trombones y tuba y bombardino.

En estos días he llegado a la conclusión de que el buen yantar forma parte intrínseca de la cultura de Azpeitia. Comidas abundantes y exquisitas ,a la par que caseras y bien regadas, hacen que uno se sienta bien recibido, querido y acompañado. Más allá de una simple comida, el hecho de reunirse alrededor de la mesa da la oportunidad de relacionarse de manera distendida, lo que permite estrechar los lazos con los otros participantes en un ambiente de sana camaradería. Tan a gusto nos encontramos en la cena (los chipirones del bar Juantxo Txik – y removidos magistralmente por Borja- fueron antológicos) que las horas (muchas) pasaron sin darnos cuenta.

Y llegó el gran día. La mañana del domingo comenzó con el calentamiento de Alfonso Mollá y a continuación se dedicó enteramente a preparar el concierto que todos los tubas y bombardinos participantes ofrecimos bajo la dirección magistral de Juan Carlos Ribelles. A última hora, justo antes de comer, los representantes de Yamaha nos ofrecieron una visita virtual a su fábrica, así como prácticos consejos para el matenimiento y conservación de nuestros instrumentos.

Y llegó el concierto. Un concierto en el que tanto los músicos como el público disfrutamos al máximo, y en el que quedó patente, una vez más, que tocar la tuba no es solamente hacer Fa-Do, que la fraternidad tubística está ahí y que estos encuentros aetyb no son algo casual, que el nuestro es un instrumento que une (también con quienes no lo tocan pero son tan frikis como nosotros…) y que eventos de la categoría humana como el que Agustín Jiménez organiza en Azpeitia son verdaderamente dignos de agradecer.

Pd: El concierto clausuró oficialmente el evento, pero [como no podía ser de otra manera] la clausura efectiva de los profesores asistentes y la organización se hizo alrededor de una mesa. Cuando ya pensábamos que no podía haber más muestras de hospitalidad y afecto, aparecieron de la «mesa de las peques» retratos tubísticos para todos los que estabamos allí. Sobran palabras.

Egun Off

Así me ve Amane Jiménez

 

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