Libros para el verano (o cualquier estación)
Ayer fue mi cumpleaños y para celebrarlo he decidido aprovechar para «reinaugurar» mi blog. Sí, ya sé que hace dos años que no escribo aquí y que podría parecer que es un espacio abandonado. Nada más lejos de la realidad: Sigo haciendo un mantenimiento regular a sus entresijos «worpressianos» y, sorprendentemente para mí, cada día se acercan un centenar de visitantes en busca de información sobre la tuba y el bombardino; si no añado contenido es por los motivos que expliqué aquí. Vuelvo, y lo hago porque me apetece y porque considero que este es el espacio idóneo en el que compartir algunos conocimientos interesantes que he adquirido/generado en este paréntesis.
Hay vida más allá del instrumento. Incluso hay vida más allá del conservatorio. Hay vida en la terraza de casa antes de comer, en la hamaca de la piscina a la hora de la siesta, en la playa con el sol matutino, en el cámping al atardecer… Estudiar el instrumento y estudiarlo bien es básico, pero no menos importante que ser buen intérprete es tener una buena base de herramientas para comprender mejor las piezas que vamos a interpretar (llámalo piezas, llámalo vida…). ¿Qué mejor manera de proveerse de herramientas que con un/os buen/os libros? ¿Y qué mejor momento para cargar las pilas que el verano?
Si hay vida más allá del instrumento y el conservatorio, también la hay más allá de la música, y por ese motivo algunas de mis recomendaciones no son explícitamentes musicales. Todos los libros los he leído, por supuesto, y de una u otra manera me han aportado algo con qué quedarme. Motivo por el cual merecen ser recomendados.
El ruido eterno
Empiezo con esta recomendación porque, a pesar de su tamaño (800 páginas) es uno de esos libros que enganchan. El autor de El Ruido Eterno suele dedicarse a la crítica más comercial de discos y artistas «pop» en The New Yorker, pero en este libro hace un repaso al s.XX a través de su música -y también a la música del s.XX a través de su historia, según se mire. Mucha música, porque no se centra en el ambiente «académico», sino que además éste lo entrelaza con el jazz, el rock y el pop en un alarde de eclecticismo.
El resultado son quince capítulos en los que no puedes dejar de leer (bueno, igual el que dedica a la música americana se hace más farragoso, pero merece la pena el esfuerzo sólo por conocer varios compositores con poco renombre) y resulta tremendamente fácil entrar a ponerse en situación: desde los grandes estrenos de la viena del cambio de siglo (del XIX al XX, se entiende) a los estudios de San Francisco .
A pesar de llevar publicado en España desde 2009 es de esos libros que siguen plenamente vigentes (como la mayoría de esta lista…), y no sólo por su temática, pues ya incorporaba un enlace a una lista de reproducción online de las piezas reseñadas para contextualizar compositores, piezas y épocas.
La utilidad de lo inutil
«Sólo es realmente hermoso lo que no sirve para nada. Todo lo que es útil
es feo, porque es la expresión de alguna necesidad y las necesidades del hombre
son ruines y desagradables, igual que su pobre y enfermiza naturaleza.
El rincón más útil de una casa son las letrinas.»
De un libro «gordo» a uno «fino». Si estás leyendo este blog probablemente ya estarás de acuerdo conmigo en la importancia de las humanidades, tanto en la educación como en la vida. Puede parecernos que esa obsesión de los dirigentes políticos en sacarlas de las aulas es algo nuevo; con la/s última/s reforma/s educativa/s se han relegado la filosofía, la música y las lenguas clásicas a la marginalidad, con el argumento tácito de ser «inútiles».
Si algo en tu interior te dice que esas asignaturas/saberes «inútiles» son (muy) importantes para el desarrollo personal pero no tienes muy claro qué, este es tu libro. Se trata de un breve ensayo (Manifiesto, lo subtitula el autor) en el que el italiano N. Ordine hace un repaso a lo que han dicho a propósito de los «saberes inútiles» personajes diversos, que van desde Platón hasta García Lorca, pasando por Montaigne, Einstein, Cervantes o Galtier, autor de la llamativa cita demás arriba. Todo ello dando cuenta de los intereses de aquellos que ordenan los saberes oficiales. Al final del libro, a modo de Anexo, se ha adjuntado un ensayo de A. Flexner «La utilidad de los conocimientos inútiles», que recomiendo leer antes que el resto del libro.
Crónica de mi vida Stravinsky
¿Qué duda cabe de que Stravinsky es uno de los músicos más importantes de la história? Personalmente, si pudiera viajar a un momento del pasado tendría entre las primeras opciones el estreno de La consagración de la Primavera, ese gigante sonoro que marcó al s.XX de manera casi traumática. Estas crónicas son una autobiografía que arranca con los sonidos de los veranos de su infancia y llega hasta 1935 -cuando contaba poco más de 50 años- con la muerte de Diaghilev (el empresario que puso en marcha la compañía de Los ballets rusos. más info), poco antes, como punto de refencia. Entre medio sus estudios con Rimsky-Korsakov, los ballets en París, la/s guerra/s…
Las Crónicas dan una idea de la biografía de momentos/acciones de Stravinsky, pero más interesante que esto es el hecho de que, al estar relatadas en primera persona por el compositor, dejan entrever con claridad su personalidad y sus pensamientos. También son muy interesantes las reflexiones musicales que cada poco nos regala en el texto:
«El fenómeno de la música nos es dado con el único fin de instituir un orden en las cosas y, por encima de todo un orden entre el hombre y el tiempo, lo que requiere forzosamente una construcción. (…)
La mejor manera de definir la sensación producida por la música es comparándola con la que provoca en nosotros la contemplación de la combinación de formas arquitectónicas.
Goethe lo entendía perfectamente al manifestar que la arquitectura es una música petrificada.»
(NOTA: Por algún motivo, la editorial no tiene este libro reseñado en su web y consecuentemente no hay enlace en la imagen, pero me consta que sigue a la venta)
Música de mierda
Debo reconocerlo, fue el título de este libro lo que me llamó la atención. El subtítulo (Un ensayo romántico sobre el buen gusto, el clasismo y los prejuicios en el pop) acabó de convencerme. ¿Por qué escuchamos la música que escuchamos? ¿Cómo se genera el gusto? ¿Cuánto nos influye el entorno social? y otras preguntas alrededor de cuan nuestras son nuestras preferencias encuentran respuesta con Céline Dion como hilo conductor.
También arroja luz sobre la configuración de este mundo actual globalizado: habla sobre civilización e hibridación cultural, de cómo se adaptan los productos multinacionales a los mercados locales y cómo y por qué surgen nuevos géneros musicales.
Wilson se basa mayormente en la teoría sociológica de P. Bourdieu sobre la base social de la generación del gusto, que explica de un modo muy sencillo y comprensible. Aunque Bordieu ya ha sido superado por otras corrientes más modernas (Hannerz, Brooks, Di Maggio) es una buena referencia a tener en cuenta por sus conceptos de habitus y «capital cultural», hecho que nos dice que este es un libro serio y riguroso.
Hace apenas unos meses se publicó Mierda de música, una continuación en clave nacional y escrita a coro por 12 autores, aportando un artículo/capítulo cada uno. Lo estoy leyendo ahora mismo y de momento no me engancha: empieza con una adulación hueca a Raphael que -espero- sea excepción al resto del libro….
Instrumental
La gente de Blackie books hace siempre libros diferentes e interesantes, con un diseño editorial maravilloso. Tener en cuenta que se trata de una editorial pequeña e independiente, con un criterio muy personal y poco comercial (no me atrevo a decir que «nada comercial») resulta alentador para comprobar que las cosas se pueden hacer de otra manera -más interesada en las personas que en los mercados- y funcionar estupendamente.
A estas alturas es difícil no conocer al boom editorial, musical y mediático James Rhodes, y sobran los motivos para que esta sea una lectura quasi obligada y necesaria. El libro es duro -muy duro en algunos momentos- y contundente, sin tapujos, hablando claro y en el lenguaje de la calle sobre todo lo que puede llegar a suponer ser víctima de abusos sexuales violaciones desde los seis años («¿Queréis saber cómo arrebatar a un niño todo lo que le hace ser niño? Folláoslo.»). Y engancha como para leerlo en un par de días.
Afortunadamente, no habla solo de su circunstancia personal y aprovecha para dejar su opinión sobre la industria de la música «clásica», de la que reniega profundamente. En este tema se podrá estar de acuerdo o no con su opnión (personalmente, no estoy seguro de tener una postura firme al respecto), pero es de agradecer generar debate entorno a las formas de nuestros espectáculos . Y es que James Rhodes no es solo el libro: editar sus discos en un sello de música no-clásica; sus conciertos nada ortodoxos en vaqueros; su calidad musical (la del estudiante medio de últimos cursos de Superior), nada extraordinario… Todo en él alberga un motivo para plantearse si ya están bien las cosas así o pueden/deben cambiarse, si la perfección técnica es ineludible o si existen otros motivos para asistir a los conciertos.
Cultura en Tensión
Seis propuestas para reapropiarnos de la cultura es el subtítulo de esta colección de textos que ha recopilado la gente de Indigestió con muy buen criterio. Las cosas claras: son seis textos que abordan la relación de la cultura con el resto de ámbitos de la sociedad desde una perspectiva rupturista con lo establecido, o al menos proponiendo visiones y acciones alternativas a lo que tenemos.
Una amalgama filosófica entre clasicismo y punk; la arquitectura como metáfora de lo que sucede en nuestra/s sociedad/es; reflexiones sobre la cultura libre; un repaso a cómo Barcelona se transformó en lo que -más para mal que para bien- es, culturalmente hablando; la precariedad como condición sine qua non de los creadores de nuestra generación y una fotografía al cómo y el por qué de los patrocinios privados a la cultura. Todos ellos, sin excepción, me han generado una «inquietud positiva» de querer hacer algo por cambiar este sistema tan asentado y en que nos movemos.
«La cultura no existe en un momento concreto: es un continuo. Y estos espacios que quedan vacíos y cerrados una hora después de terminar el concierto impiden entender y ejercer la cultura como un ciclo ininterrumpido. La música, en cambio, sigue existiendo en aquellos espacios que no entienden la cultura como un acontecimiento puntual con hora de inicio y cierre sino como una dinámica infinita de momentos con más o menos actividad e intensidad. Son espacios donde siempre pasan cosas (no solo musicales) y por donde cada día pasan personas»
Cuadernos de un mamífero
Mi última recomendación es difícil de definir como «Libro», pero no por ello deja de ser un entretenimiento delicioso para el verano (acompañado, por qué no, de un a su vez delicioso helado (en forma) de pera).
Satie, ese personaje estrambótico que vivió en el momento y lugar precisos, que se pasó por el parisién -o no- Arco del triunfo las convenciones sociales, formales y modales de su época para regalarnos una música liségica y ajenjada, preludio de lo que vendría después. Poco que añadir.
Los Cuadernos de un mamífero recogen algunas de sus creaciones no-musicales -o al menos no puramente musicales-: poesías, dibujos, obras breves de teatro y algunos apuntes bizarros (el listado de todas las indicaciones de carácter que aparecen en sus piezas: ocho páginas), en una edición estupenda y muy completa en cuanto a información que se lee rápido y se lee bien, nada de piruetas lingüísticas. Un divertimento para mentes abiertas e inquietas.
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