25
Jul
2013
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Jim Self y la tuba en el cine

Cuando hace algún tiempo empecé a escribir sobre la tuba en el cine con un artículo sobre Encuentros en la tercera fase  no podía imaginar que al cabo de unos meses conocería a un personaje (o tal vez EL personaje) clave en este tema: Jim Self.
Casualidades de la vida, Jim comparte con Pablo Fernández (tuba de la OBC y profesor en la ESMUC) la afición de pilotar aviones. Así, cuando ambos se conocieron en el encuentro anual de ITEA que se celebró el verano pasado en Linz (Austria) acordaron que en cuanto se presentase la oportunidad volarían juntos sobre la Costa Brava y los Pirineos. Esa oportunidad se presentó a finales del pasado mes de junio y aprovechando la ocasión ACATUB y la ESMUC (que nos cedió muy amablemente sus instalaciones) organizaron un encuentro de la comunidad tubística catalana con el maestro Self .

Durante un par de horas nos explicó el funcionamiento de la industria cinematográfica, más concretamente cuanto se refiere a producción y grabación de bandas sonoras y en particular lo concerniente a la tuba en las formaciones orquestales.

Lo primero que cabe destacar es que la mayoría de músicos son freelance; en su caso particular trabaja con cuatro orquestas distintas. Y esto no es por capricho, ya que los convenios que regulan la actividad de los músicos de orquesta dictan que solamente se cobrará en función de los programas en los que se toque (contrariamente al uso habitual de las orquestas europeas), es decir, que si durante un mes la orquesta X solamente toca obras que no incluyan tuba éste no va a cobrar. Así que para asegurarse un salario más o menos regular los músicos (especialmente los que tocan instrumentos prescindibles de la plantilla orquestal) deben diversificar su actividad en varias orquestas o formaciones.

En segundo lugar, esos mismos convenios establecen que tocar un instrumento extra supone un aumento bastante notable del salario, por lo que es «conveniente» tocar varios instrumentos, cuantos más, mejor. El maestro Self nos contó que durante años ha llevado su coche lleno de instrumentos, preparado para cualquier necesidad que pudiera surgir, a saber: Tuba en Do, Tuba en Fa, Cimbasso en Do, Cimbasso en Fa, Trombón bajo, Trombón Tenor…

En definitiva, para ser músico de estudio en Hollywood hay que ser muy versátil y dominar varios instrumentos. Y hablo de dominar, no simplemente hacerlos sonar, ya que la dinámica de las sesiones de grabación suele ser muy dura, con una duración de seis horas y grabando desde el primer momento, sin ensayos previos. Cabe destacar que no se reciben las partituras para estudio, ya que son habituales cambios de última hora, y dominar la lectura a vista es imprescindible. En este punto, nos contó una anécdota en que cuando estaban grabando la banda sonora de Hook, al volver al estudio después de un descanso para comer encontró sobre el atril un solo bastante complejo. Como no podía ser de otra manera lo resolvió con solvencia. Si lleva veinte años siendo el tuba de estudio de John Williams no es por capricho, ya que la competencia es mucha y el mínimo error supone que para la siguiente película llamen al otro. La única manera de «sobrevivir» en un mundo tan competitivo es ser siempre completamente solvente, lo cual solo se consigue dando siempre el máximo de uno mismo.

Esto es, a grandes rasgos, lo más destacable de aquel encuentro y da una idea de la enorme presión a que están sometidos los músicos de sesión en los estudios cinematográficos, lo cual no hace sino incrementar mi respeto y admiración hacia ellos.

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